Es curioso cómo un lugar que al principio te resulta ajeno puede acabar sintiéndose tan familiar. Cracovia era un mapa en blanco, y ahora ya sé por dónde ir, a qué cafetería volver, dónde está “mi” supermercado.

Llegué sin conocer nada, con un idioma completamente nuevo del que intentamos aprender lo básico: dziękuję, dzień dobry, miłego dnia. Es divertido, la verdad.

Y cuando voy por la calle y escucho a alguien hablar español, es como un pequeño regalo. Como si una parte de nuestra casa estuviera en nuestra casa actual.

Cracovia es muy diferente a España. El ritmo, el clima, la gente… pero tiene algo especial que te va atrapando poco a poco. Estar lejos también hace que una se conozca más, que aprenda a valerse por sí misma, a ser paciente y a poner las cosas en perspectiva. Y aunque echo de menos algunas cosas, siento que cada día aquí me hace crecer.

Hago las prácticas en la recepción del Hotel Conrad Comfort y la verdad es que estoy aprendiendo mucho. No todo es fácil, y menos cuando trabajas con idiomas. A veces se hace un poco denso, sobre todo con un idioma tan distinto al español, pero también es una oportunidad para ser resolutiva. Y cuando aparece alguien que habla español, es todo un regalo poder comunicarse en la misma lengua.

Está siendo una buena experiencia, y me alegra ver lo que he mejorado desde que empecé. Dejo algunas de mis fotos de este tiempo aquí.