Mi estancia en Catania ha empezado de la mejor manera posible. Llevo dos semanas escasas y no podría estar más contenta.

Hago las prácticas en dos pequeños hoteles del centro, pertenecen a la misma persona y cada día trabajo en uno o en otro. San Demetrio Rooms está situado en la Vía Etnea, la calle principal de la ciudad, a pocos pasos de la Piazza del Duomo. Es un palacio barroco, de techos altos y bonita decoración, con cierto aire vintage y entrañable a la vez. Margherita Rooms está muy cerca de los preciosos Giardini Bellini, en otro edificio histórico, decorado más moderno y elegante, aunque igual de bonito.

Mi trabajo consiste en gestionar reservas de los clientes, así como responder a sus dudas o peticiones. También me ocupo de recibirlos en el hotel, acompañarlos a sus habitaciones y explicarles a grandes rasgos qué pueden ver y hacer en Catania y alrededores.

Tengo otra compañera Eramus +, del Pais Vasco, y entre las dos ayudamos a nuestro jefe Michelangelo a hacer la transición a un servidor completamente digital compartido entre los dos hoteles, incluyendo sistemas de reserva y medios de pago. Es un trabajo un poco caótico, pero una vez entiendes lo básico es fácil y resulta muy útil.

Tanto el jefe como el resto del personal que trabaja en ambos hoteles son muy amables, atentos y siempre dispuestos a ayudar con cualquier duda que pueda tener. Michelangelo habla español y el resto se esfuerzan en entenderme, así como yo a ellos en italiano. Es un ambiente familiar y muy cercano, donde me he sentido como en casa desde el primer día.

Catania es una ciudad bonita, barroca, dada al exceso, tanto en arte como en sol y en comida. Los impresionantes edificios se mezclan en un tráfico descontrolado, las campanas de las iglesias tañen entre sirenas de policía y ambulancias, y parece que la ciudad es un pequeño mundo envuelto en el caos. Aun así, llevo dos semanas aquí y creo que me empiezo a acostumbrar.

El domingo pasado aprovechamos para hacer nuestra primera excursión y me fui con mis compañeros Marcos y Diego a Taormina, a 1 hora de Catania. A pesar de la cantidad de turistas, pudimos disfrutar del precioso anfiteatro griego y las vistas al Etna, así como de los jardines Vila Comunale y del pueblo, bonito y pintoresco. Todo ello en un día bastante caluroso y soleado en el que por fin probamos los famosos canoli sicilianos, un dulce típico relleno de ricotta y decorado con pistachos. ¡Riquísimos!

Un saluto da Catania. Nuria Martín.