Comienza nuestra quinta semana en la sureña ciudad de Catania, y empieza con un viaje, al igual que las últimas 2 semanas, esta vez a Malta. Este viaje, en principio más corto de los 4 que teníamos paneados, ha acabado siendo el más peculiar.

Fuimos el sábado por la mañana, y ya a la llegada notamos las diversas peculiaridades que tiene este pequeño país mediterráneo, como el uso de un idioma autóctono, similar al árabe, entremezclado con inglés; una arquitectura que bien podría darse en Marruecos como en el centro de Londres y sobre todo una potencia turística solo replicable en otras islas del mar en la que se encuentra como Ibiza o Mykonos.

Rápidamente nos acercamos a la Valeta e hicimos una visita exprés por la pequeña capital de este país, mención especial para la Concatedral de San Juan, una bonita catedral que aún mantiene la esencia de los siglos de uso que tuvo la isla y la catedral de la orden Hospitalaria de San Juan además de un par de cuadros de Caravaggio. Después de comer nos dirigimos al complejo de templos de Hagar Qim, una aglomeración de templos del neolítico situada al sur de la isla de Malta, en el que además de turismo, yo y Diego hicimos un poquito de escalada. Finalmente fuimos a descansar al “Corner hostel” en Sliema en el que compartimos una habitación cuádruple con un chico indio.

El domingo por la mañana salimos hacia el aeropuerto de Malta, para tomar nuestro vuelo de vuelta a Catania, una vez montados en un Boeing 737-8AS de Ryanair esperamos a que el vuelo comenzase, esperamos y esperamos y esperamos hasta que entre la confusión el Piloto comunico que a causa de una erupción del Volcán Etna, el aeropuerto de Catania había sido cerrado y nuestro vuelo cancelado. Así que ahí estábamos, en Malta todavía, prácticamente con la ropa que llevábamos puesta y sin saber que íbamos a hacer, pero en ese momento, gracias a todo lo que habíamos aprendido en clase este año, nos acordamos de que en caso de que un vuelo no pueda llevarse a cabo, la aerolínea debe pagarnos un vuelo alternativo, y hasta que este se pueda hacer efectivo alojamiento y comida.

Así que nada, Ryanair se portó, nos pagó una noche en un hotel de 5 estrellas, la cena, el desayuno del día siguiente, pero, el lunes tampoco pudimos viajar y nos tuvimos que quedar otro día más, y tras una visita rápida al aeropuerto, volvimos a quedarnos otro día más en el mismo hotel, comiendo en los mejores restaurantes y esperemos que con todo pagado por Ryanair.

Finalmente, el martes sí que pudimos volar y regresar, lógicamente entre lágrimas, a nuestra querida Catania donde todos nuestros compañeros del hostal primero mostraron preocupación y luego desprecio al oír cómo nos había ido en Malta y ver lo morenos que volvíamos. Y nada más, el resto de la semana ha sido sin incidentes y aunque solo hayamos trabajado tres días, hay gente muy rencorosa en nuestro hostal y vamos a tener que venir a trabajar un fin de semana, pero bueno, que nos quiten lo bailado.

Marcos de Miguel García