Aquí puedes ver imágenes de la sesión LecturAMPA que tuvo lugar el pasado 11 de febrero en la biblioteca del instituto. La AMPA nos ofrece también información sobre el escritor, Gonzalo Moure, y su libro El beso del Sáhara.

 

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Gonzalo Moure estuvo en febrero en nuestro instituto. Por la mañana estuvo con alumnos y alumnas de 1º  y 2º de la ESO y por la tarde compartimos unas horas muy gratas las  24 personas que asistimos a hablar, compartir y preguntar; sobre el autor, su obra y la vida en el  SÁHARA.

 

BIOGRAFÍA: para conocer un poco mejor a la persona.

Nació en Valencia en 1951.

Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.

Antes de dedicarse a la escritura, trabajó como periodista, guionista en televisión y publicista.

Imparte charlas en bibliotecas, clubes de lectura, colegios e institutos. En concreto comparte un club de lectura ”Compartir leyendo” en Aragón, donde las familias se reúnen y leen lo que leen sus hijos/hijas.

Interviene en diversos congresos de Literatura Infantil y Juvenil en España y fuera de ella.

Y según él mismo afirma: “Nací en Valencia, vivo en Asturias, me siento también saharaui, es decir: ciudadano del mundo. Al principio escribía en un ambiente propicio, pero prefiero viajar: ahora escribo, más y mejor, en aviones, trenes, cafeterías y salas de espera. Lo que escribo se llena, entonces, de la vida en ebullición que me rodea.”

 

Cómo explica en su auto biografía 16 x 4 (las fases de mi vida):

 

“No es que me entusiasmen los números, la verdad. Pero a veces son curiosos. Hace poco he tomado una decisión de las que me gustan a mí, un buen salto, un cambio de vida. Y me he dado cuenta de que hay una cifra que ya se ha repetido dos veces en mi existencia: 16. Primero fui hipótesis, claro; hasta los 6 años. Luego fui (llorando) al colegio, y estudié, o eso se suponía, 16 años. Dejé la universidad a los 22 para ser periodista. Y lo fui durante… 16 años. Los pasé en la radio: música, noticias, deportes, atracos a bancos. Fue una época excitante. Pero todo lo que arde llega a apagarse. Entonces decidí que eran muchos años y que era hora de intentar lo que siempre había deseado en mi interior: ser escritor. Y lo he sido, o se supone que lo soy, desde hace 16 años. ¿Y ahora? Otro salto. Ahora quiero hacer cine, y me doy 16 años de carrera. Así llegaré a los 70 años, y calculo que tendré otros 16 años para disfrutar de lo que tú escribas, o de las películas que hagas, o de los cuadros que pintes, o de la música que compongas. Poco más me interesa de esta vida, aparte del amor y la amistad”.

 

Comenzó explicando ¿por qué libros para niños y para jóvenes?.

 

“En mi primera novela tenía, a dos niños como protagonistas. Por necesidades prácticas del argumento, me tuve que meter en la mente de un niño/a, escribir desde la visión de un niño/a. Escribo sobre niños/as que me dicen algo, no para niños/as. Por honradez escribo sobre lo que siento, escribo sobre lo que me emociona. Y seguí por ese camino, ampliándolo a la adolescencia, a ese maravilloso momento en el que elegimos, por primera vez, nuestro destino”.

 

Las obras de Gonzalo se caracterizan por la atención a los problemas sociales. En el caso del libro que propusimos para el taller de lectura “El beso del Sáhara”, refleja los problemas del pueblo saharaui. Así como otros títulos más: “Los gigante de la luna y Palabras de caramelo”. En sus libros destaca un exquisito manejo de la sensibilidad, tanto de los narradores como de los protagonistas.

 

Y esta introducción me da pie a explicaros un poco el conflicto del Sáhara que fue de lo que más hablamos y de su trabajo en el proyecto BUBISHER.

“Una noche tuve un sueño que comenté con una niña saharaui que había conocido en el verano, en España, y el sueño me llevaba a viajar al Sahara. Y me fui allí para poder escribir una novela y poder relacionar mi sueño occidental, y parcial, con la realidad de aquel lugar. Cuando llegue me encontré con una realidad totalmente distinta a la que había concebido y me acerqué al Sáhara con el sentimiento de culpa que tenemos todos los españoles con respecto a una tierra que era española y que abandonamos, que vendimos. Tenemos una responsabilidad histórica sobre ese lugar. Y de pronto, en un viaje profundo al desierto, encontré el camino en darles a los jóvenes herramientas para defenderse personal y colectivamente. Lo mejor que podía hacerles por devolverles su libertad era dar libertad uno a uno a los niños. Yo creo que uno no es libre si no tiene cultura. Leer arma al niño para poder elegir su destino. Así pusimos en marcha una red de bibliotecas y bibliobuses. Y así fue creciendo mi novela y mi implicación con el Sáhara.

Hemos adoptado un modelo social. No recurrimos a las subvenciones estatales, pero sí vamos a crear sentimientos de solidaridad entre los niños y los jóvenes de las escuelas españolas, quienes, después de recibir la información que les damos, deciden libremente optar por la solidaridad. Deciden compartir y sacrificar algunos beneficios de su vida actual. Todo nuestro presupuesto se basa en eso. Viene de pequeños colegios, institutos, bibliotecas, de actos celebrados en la calle. El bubisher es un modelo social”.

En el 2010 se creó la Asociación “Escritores por el Sáhara-Bubisher” (Bibliotecas y bibliobuses para los campamentos de refugiados saharauis), de la que forman parte escritores, bibliotecarias, maestros y personas de diferentes profesiones que, con sus aportaciones personales y su trabajo, tratan de que el proyecto salga adelante. En ella también participan saharauis residentes en España.

 

Que un camión cargado de libros (¡Y de libros nuevos, de buenos libros!) ruede por el desierto visitando diariamente las escuelas, atendiendo a clubes de lectura, leyendo con grupos de niños, fomentando encuentros con mujeres, formando a profesores, creando puestos de trabajo en el Sáhara no es fruto de la casualidad. Si no del esfuerzo, trabajo y colaboración de escritores, bibliotecarias, libreros y librerí­as, animadores, cuentacuentos, editores y editoriales, maestros… Y niños y jóvenes que apoyaron este proyecto con entusiasmo. Muchas personas que, aquí­ y en medio del desierto, han hecho posible lo que hace años era un sueño.

 

Su próximo proyecto: Los gigantes de la luna.

Película que Gonzalo Moure está filmando en el Sáhara con jóvenes cineastas de allí. Indaga en la parte mágica del pueblo saharaui. Se tratará de un viaje de aproximadamente una semana con los versos del poeta Limam Boisha como guía.

El viaje se realizará de  norte a sur hasta llegar a las tumbas de los Ben Hilaliyin, los Gigantes de la Luna.

“QUIERO DAR IMAGEN A LAS COSAS QUE NO SE PUEDEN CONTAR EN UN LIBRO”.

 

Para finalizar nos leyó un poema del libro Ritos de Jaima de Limam Boisha que os reproduzco así como su significado.

 

EL LUTO

 

¿Y cuándo se separa

El cuello

del hervor pausado de los años,

de la secreta

tarde de los pájaros, del cálido sueño de los abrazos?

 

¿Y cuándo se separa

el cuello,

en qué instante,

qué gesto se lleva,

qué imágenes,

qué levadura de recuerdos

acarrea al eterno molino?

 

Y cómo salir de tu cuello,

qué juez marca los meses, los días y las horas,

qué potestad puede anular mi nostalgia,

qué tiempo puede desvanecer

El fulgor de tus ojos,

El lunar de tu pómulo,

La espaciosa alcoba de tu corazón.

 

¿Quién puede sacarme

de tu cuello

dolor mío?

 

Si un hombre muere, su  esposa tiene que guardar el luto durante cuatro meses y diez días. Algunos precisan hasta el extremo de añadir “y diez horas”. Se cree que es el tiempo exacto que demora la cabeza del difunto en separarse de su cuello. Porque cuando una mujer se casa queda bajo la responsabilidad de su cuello. Porque cuando una mujer se casa queda bajo la responsabilidad del marido, y para los saharauis el cuello simboliza la fortaleza, el vigor, la personalidad. Por ello, cuando una mujer está casada se dice de ella f´ragbtu, “está en su cuello”; es decir, está bajo su protección.

Durante el período que dura el luto, la viuda se aísla en su jaima, tebrek, y no puede ver a ningún hombre, si no es un familiar directo o hermano de leche. Y no puede exteriorizar que tiene calor ni frío, ni perfumarse, ni engalanarse, ni sufrir para que el difunto marido no lo padezca.

            Antaño, cuando el nomadeo era constante, los familiares trasladaban a la mujer enlutada sobre un dromedario con el emshagab, habitáculo rectangular que se coloca encima del animal. Allí se resguardaba e iba toda cubierta, para que ningún extraño pudiera ver nada de su cuerpo.

            Cuando termina el luto, la mujer rehace su vida; ya es libre de cualquier compromiso y puede volver a casarse.

            En cuanto al hombre, la ley islámica no le obliga a llevar luto más allá de la ceremonia religiosa que se lleva a cabo en honor de la fallecida. Si es un hombre que tiene cuatro mujeres, él entra en luto durante tres días y tiene que esperar este tiempo para poder casarse.

            Aunque muchos hombres sufren por la pérdida de sus esposas, no expresan sus sentimientos. Es más, los ocultan y es muy difícil verles exhibir una emoción de dolor o llanto delante de los demás, por muy dramática que sea la situación.

 

Cómo hemos estado hablando del Sáhara, en internet podéis consultar muchísima información. Por mí parte os adelanto algo.

 

EL SÁHARA CONFLICTO AÚN NO RESUELTO

El Sáhara Occidental fue una colonia española hasta 1975, cuando Marruecos lo invadió mediante la Marcha Verde. Para entonces, España ya se había comprometido, a instancias de la ONU, a iniciar los trámites de descolonización que contemplaban la convocatoria de un referéndum para la independencia del Sáhara. Sin embargo, la Marcha Verde sorprendió a España en un momento delicado -Franco agonizaba- y optó por sacudirse la responsabilidad abandonando el territorio.

Con la salida de España del territorio comenzó a librarse una guerra que enfrentó al Frente Polisario con sus vecinos del norte y el sur: Marruecos -que invadía el territorio por el norte,- y Mauritania -que hacía lo propio desde el sur-. En 1979, Mauritania, al borde de la quiebra, firma la paz con el Frente Polisario y renuncia a sus pretensiones sobre el territorio.

En 1991 las partes firmaron un alto el fuego auspiciado por la ONU, que asumió la responsabilidad de buscar una salida pacífica al conflicto y estableció su Misión para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO). Se inició la identificación de los potenciales votantes y el secretario general y el Consejo de Seguridad fijaron la fecha de la celebración del referéndum para febrero de 1992. La consulta nunca se celebró.

La invasión marroquí obligó a decenas de miles de saharauis a huir desierto adentro hasta territorio argelino, donde levantaron, cerca de la ciudad de Tinduf, campos de refugiados. Exiliados en ese rincón del desierto más duro del planeta los saharauis sobreviven  en precarias condiciones esperando regresar a su tierra.

Los que no pudieron huir en 1975 permanecen en el territorio ocupado por Marruecos. Organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional o la Organización Mundial contra la Tortura han denunciado repetidas veces la constante violación de los derechos humanos que sufre la población saharaui que vive bajo bandera marroquí. Detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones son las principales muestras del hostigamiento y la persecución que padece este pueblo.

El Sáhara Occidental no es sólo un pedazo de desierto pedregoso. En su territorio se encuentran las minas de fosfatos más ricas del mundo, importantes yacimientos de petróleo y gas y, en sus costas, nutridos caladeros de pesca.

Para la ONU el Sáhara Occidental sigue siendo un territorio pendiente de descolonización. Nunca ha reconocido a Marruecos como potencia administradora.

El Tribunal Internacional de la Haya también se pronunció al respecto del conflicto concluyendo que no existe «ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental y el reino de Marruecos».

Actualmente, el territorio del Sáhara Occidental se halla dividido por un muro o berma de más de 2.000 km de largo que divide de norte a sur el territorio del Sáhara Occidental. Dicho muro permanece vigilado por más de 150.000 soldados del ejército marroquí, está estrechamente vigilado con radares y rodeado por un extenso campo de millones de minas antipersonales y anticarro, todo esto a un costo que supera el millón y medio de euros diarios. La zona al oeste del muro es el territorio ocupado militarmente por Marruecos, mientras que la zona al este del muro es el territorio administrado por el Frente Polisario, sobre el que ejerce su soberanía la RASD.

En la zona hay un alto al fuego vigilado por la Misión de Naciones Unidas para el referendo en el Sahara Occidental,  MINURSO, organismo establecido por el Consejo de Seguridad de la ONU el 29 de abril de 1991.

El Frente Polisario trabaja activamente en que la comunidad internacional reconozca a la República Árabe Saharaui Democrática como Estado independiente. Durante los últimos años explora la vía política para conseguir tal fin. Además, con el apoyo internacional, aspira a recuperar diplomáticamente los territorios pertenecientes al Sahara Occidental que le fueron arrebatados durante la guerra con Marruecos. Su principal dificultad, es que Marruecos cuenta con intereses comerciales en muchos países del mundo y trabaja activamente en sentido contrario al reconocimiento de la RASD. El antiguo colonizador del Sahara Occidental, España, todavía no reconoce a la República Saharaui como estado independiente; desde la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero, además, el gobierno español ha dejado de defender el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas sobre la celebración del referéndum y se ha aliado más estrechamente a Marruecos.

La RASD es reconocida por 82 estados. Estados que no reconocen a la República Saharaui pueden, sin embargo, reconocer al Frente Polisario como representante legítimo del pueblo saharaui, pero no a su gobierno en el exilio como un Estado (por ejemplo, la mayoría de los países europeos).

Espero que este pequeño resumen os haya ayudado a comprender y a investigar sobre el conflicto, aún no resuelto, en el Sáhara.