RESUMEN DE LA CHARLA ENMARCADA EN LA ESCUELA DE FAMILIAS DEL I.E.S. «LA MAGDALENA»

«MEJORANDO LA COMUNICACIÓN Y LA CONVIVENCIA FAMILIAR»

Realizada el día 9 de junio de 2011  con la colaboración de Begoña Jiménez Pérez, asesora del Centro de Profesorado y Recursos de Avilés, maestra y madre.

La charla ha sido muy amena y en ella se desarrollaron un una serie de puntos que no debemos perder de vista pues nos ayuda a situarnos en nuestro papel de padres y madres dentro del sistema familiar.

Es por ello sensato entender que no debemos mostrarnos como colegas, amigos… de nuestros hijos e hijas. Sin embargo tienen que saber que estamos ahí para lo que necesiten.

Es lícito pensar que, a nuestros hijos e hijas hay que cuidarlos siempre, tengan la edad que tengan, Por ello, no debemos cuidar a nuestros padres y madres como hijos que somos pues actuando así estamos restándoles poder y dignidad. Hay que ser lo que hay que ser sabiendo el lugar que ocupamos en el sistema familiar.

Las familias lo hacen todo por amor, y por ello lo hacemos lo mejor que podemos, aunque debemos pensar cómo lo hacemos para mejorar, Es decir desde la revisión, reconocemos lo que hacemos y podemos cambiarlas.

Como personas adultas que somos también debemos respetar y revisar la relación con nuestros padres porque nos va  a ayudar para coger fuerzas y poder educar a uestros hijos e hijas.

Por ejemplo, cuando estamos preocupados por nuestros asuntos, los hijos e hijas sufren y se sienten desatendidos.

El orden en la familia también es importante para las familias que tenemos más de una criatura pues la primera tiene que ser la primera y cada una tiene que ocupar su lugar porque en caso contrario existe un desequilibrio.

Por otro lado, cuando pedimos disculpas (cuando nos damos cuenta de que no lo hemos hecho bien) a nuestros hijos e hijas nos hace más humanos a sus ojos. Somos  modelos y, cuando escuchamos con atención sus opiniones, les enseñamos cómo hacerlo. Así por ejemplo, cuando escucho, debo hacerlo de verdad y renunciando a tener siempre la razón. Y si no los escucho de verdad, con todo lo que tienen que decir, me pierdo la oportunidad de escuchar activamente. Para ello es necesario no juzgar y no resolver sin escuchar pues es lo que nos ayuda a resolver el conflicto.

En este orden de cosas hay que señalar también que los castigos funcionan a corto plazo y generan rabia y rebeldía, además no son válidos para educar en la responsabilidad. Por ello es importante recordar que, si hay que hacerlo, éstos deben ser pocos, leves, flexibles y en el momento.

Hablar y reflexionar sobre lo que ha ocurrido, y ver que no han sido responsables genera por sí sólo un castigo porque se sienten fatal. Y que reciban las consecuencias de sus actos también es una experiencia de aprendizaje.

Cuando surge un problema, hay que tener en cuenta la posibilidad de que lo solucionen los que lo han generado. Además no estamos en el mismo nivel que nuestros hijos e hijas  y no podemos enfrentarnos. Si vemos lo que viene encima es mejor esquivarlo.

Detrás de un comportamiento inadecuado hay que ver a quién son fieles y leales pues normalmente impera el sistema familiar.

Algunas pequeñas recetas que nos pueden ayudar a mejorar la convivencia familiar pueden se por ejemplo:

Una reunión semanal en la que se reúnen los miembros de la unidad familiar para tratar de solventar ciertos temas o planear la semana siguiente. Podría ser durante el fin de semana ya que no estaremos tan apurados como durante el resto de la misma.

Usar una libreta de mensajes como herramienta de comunicación ya que los horarios no suelen coincidir durante la semana.

Sustituir los mensajes «tu» por los mensajes «yo».

Y, para finalizar, debemos tener en cuenta que nuestra casa no debe ser un campo de batalla sino un lugar armonioso donde puedan hablar sin miedo a las  consecuencias, donde puedan sentirse comprendidos. Con ello se darán cuenta que no tienen enfrente a un enemigo o enemiga sino a un padre y una madre que están ahí para ayudarles a crecer como personas.